Eres la voz de los sin voz, poeta.
Eres la voz del sol que gira, gira…
Eres la voz de mi fogosa lira.
Eres la voz que alcanza cualquier meta.
Tu bondad ilumina la violeta
vital que, por amor al mar, suspira
en la luz del poeta que se inspira
para seguir la voz de la veleta.
El poeta engrandece su victoria,
con el caudal de lúcida oratoria,
lejos del horizonte del olvido.
Tu cosecha, poeta, es necesaria
para la miel de tu labor primaria,
creadora del lenguaje bien pulido.